Silverio Rivas (Ponteareas, Pontevedra, 1942) fue pionero en la escultura abstracta en Galicia, sabiendo recoger la tradición escultórica gallega que arranca del Maestro Mateo; el saber de los escultores gallegos de la generación anterior como Camilo Nogueira o Xoan Piñeiro y, con todo ese bagaje, penetrar en los caminos de la abstracción, a partir da síntesis del constructivismo y las formas orgánicas. Su admiración por el escultor rumano Constantin Brancusi le lleva a interesarse por la búsqueda de la forma pura, liberando a la escultura de narratividad para concentrarse en cuestiones de equilibrio y tensión entre forma y volumen, espacio lleno y espacio vacío, preocupaciones que el artista gallego lleva a materiales como la madera, el bronce, el acero, la fibra de poliéster, la cerámica, y la piedra, especialmente al granito.
Miembro del grupo Atlántica a principios de los años Ochenta, será a finales de esa década y durante los años Noventa, cuando Silverio Rivas alcance su madurez artística y se haga un merecido hueco en el panorama de la escultura contemporánea española.
Desde los años setenta expone con regularidad, además de en España, en diversos países europeos, principalmente en Francia (donde mantiene uno de sus estudios desde finales de los años setenta) y Bélgica.