30.04.2004 – 18.07.2004
Sala B. Fundación Laxeiro
Comisario: Javier Pérez Buján
Lo que se pudo ver en la Fundación Laxeiro es un buen ejemplo del estado actual de la evolución de Álvaro Negro: dos vídeoproyecciones y dos cajas de luz en las que el artista toca de lleno la temática de la luz y su comportamiento temporal y espacial, proponiendo una reflexión sobre su relación, tanto en el proceso de creación de la obra, como en el proceso de observación de la misma. Negro se recrea en la evolución de la luz solar a lo largo del tiempo, o más exactamente, como dice Ramón Esparza en el catálogo, de la duración en el sentido bergsoniano, creando un espacio sutil que se mueve en los límites entre la narración y la presentación, convirtiendo al motivo o escena, en coartada para detenerse en el placer de la contemplación de la luz misma, que pasa así a ser el objeto central de la obra.
Podemos destacar la inquietud de Álvaro Negro por alejarse de la concepción temporal del lenguaje cinematográfico, expresada en estas piezas con recursos como la reversión de la secuencia, lo que produce una extrañeza en el espectador, al comprobar que la evolución de las escenas no siguen un comportamiento registrado tantas veces en nuestra memoria visual, sino que, el mivimiento se invierte, intensificando el énfasis en la contemplación pura del cambio de la apariencia de los objetos, esta vez, sin una correspondencia “cifrada” o “predecible” por nuestra propia memoria visual.
La evolución de Álvaro Negro, desde la pintura hacia la imagen fotográfica y el vídeo, ha discurrido por caminos bastante naturales, en el sentido de que su desembocadura en las nuevas tecnologías, es la consecuencia de su constante preocupación por el tratamiento del fenómeno lumínico, desde la tradición occidental del claroscuro, hasta la cultura visual contemporánea.
Desde sus primeras exposiciones, a finales de los años noventa, Álvaro Negro ha ido explorando el “hecho visual” en sus diferentes maniferstaciones plásticas, ampliando sus inquietudes pictóricas para, casi coincidiendo con el cambio de siglo, convivir con otras técnicas como la fotografía y el vídeo, soportes que le permiten desarrollar la vertiente de su discurso que tiene que ver más con la luz que con el color.
Álvaro Negro es uno de los artistas más representativos de la nueva generación de creadores en Galicia. Habitual participante en ferias como Arco, se dio a conocer en 1999 con sus primeras exposicione individuales en la Galería Rayuela de Madrid y en la Galería Sargadelos de Santiago de Compostela para, ya en los años 99 y 2000, hacer una primera inflexión en sus preocupaciones estéticas, presentando las series Luzpin (Galería Marisa Marimón, Ourense) y Luzpincolour (Museo Ramón Mª Aller, Lalín, Pontevedra), en las que el artista comenzaba ya a cuestionarse los mecanismos tradicionales de la producción pictórica, para comenzar a experimentar con la imagen generada digitalmente y, en 2001, dentro del cicloMiradas Virxes en el Centro Torrente Ballester de Ferrol, centrar su preocupación en el espacio arquitectónico y su interrelación con la obra de arte, desembocando, más recientemente, ya en 2002 en la presentación en la Galería Fúcares de Almagro, Ciudad Real, en la experiencia fotográfica presentada en interralación con obras pictóricas.
Con esta exposición, la primera individual que el artista hace en Vigo, comisariada por su director Javier Pérez Buján, la Fundación Laxeiro vuelve a incidir sobre los jóvenes creadores gallegos. Una apuesta que, paralelamente a su compromiso con la obra del artista que le da nombre, forma parte de su filosofía de programación.
